viernes, 2 de marzo de 2012

Comunicación animal


Los animales, al igual que nosotros, se comunican constantemente. Lo hacen para encontrar comida, escapar de situaciones de peligro o para establecer relaciones entre ellos y mantener un orden dentro de su comunidad. 
En algunos vertebrados hay órganos especialmente dedicados a la comunicación: por ejemplo, la siringe de las aves (órgano que utilizan para emitir sonidos) y las cuerdas vocales de los mamíferos (órganos de la voz). Pero los animales pueden comunicarse entre sí también con ultrasonidos, produciendo sustancias químicas, utilizando colores y mediante el tacto. Los sistemas de comunicación animal son amplios y variados.


En el mundo animal, la comunicación es muy importante para la reproducción, la alimentación y la defensa ante predadores. Los cantos de cortejo, el marcaje de territorio, las pistas químicas y visuales hacia fuentes de alimento, las señales de alarma en caso de peligro, son solamente algunos ejemplos de la importancia de la comunicación en la vida de cualquier grupo animal.

Los animales se comunican por medios muy variados:
  • Comunicación química. Se realiza mediante la emisión de sustancias químicas que pueden ser detectadas por otros animales, normalmente a través del olfato. Entre este tipo de sustancias se encuentran las feromonas que utilizan las hembras de algunas especies para atraer a los machos o las empleadas por la mayoría de los primates para marcar el territorio. 


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Los mensajes químicos pueden tener diferentes finalidades:
a) Muchos animales atraen a su pareja emitiendo en el sudor o la orina ciertas hormonas (feromonas) que resultan sumamente atractivas para su especie al olerlas.
b) Los leones orinan sobre arbustos y árboles dejando su olor como señal con el fin de que otros leones sepan que ese territorio ya tiene dueño.
c) Los perros y los lobos dejan rastros olorosos para no perder el camino.
d) Las abejas emiten complejos mensajes químicos y kinésicos para indicar a sus compañeras del panal dónde se encuentra la comida.

Con funciones parecidas, el ser humano utiliza perfumes y otras sustancias olorosas.
  • Comunicación visual. Consiste en la emisión de señales que pueden ser percibidas por los órganos de la vista. Los mensajes visuales son de muy diversos tipos, desde las vivas coloraciones de muchos invertebrados hasta los llamativos plumajes y danzas de cortejo de las aves o el lenguaje gestual humano.
La comunicación visual suele ser de dos tipos: kinésica y proxémica.
Cuando hay una comunicación kinésica, el animal realiza ciertos movimientos para dar a entender un mensaje.


En la comunicación proxémica lo que cuenta es la distancia que mantiene un animal respecto de otro, una mayor o menor proximidad puede tener un significado u otro para el que recibe el mensaje.


Algunos ejemplos de comunicación visual:
a) Muchas aves tropicales machos realizan una especie de danza de cortejo alrededor de la hembra, a la cual poco a poco se aproximan para aparearse.
b) Muchos mamíferos erizan el pelo, arquean la espalda y muestran los dientes con la intención de intimidar a un posible enemigo; tratan de parecer así más grandes, robustos y agresivos.
c) En algunos animales, como el perro o el lobo, acercarse lentamente agachado a otro miembro de la manada o tirarse al suelo patas arriba indica sumisión o sometimiento.
d) Casi siempre es señal de agresión mirar directamente a los ojos.  
También los seres humanos presentamos conductas de este tipo; por ejemplo, algunos militares usan hombreras que serán más grandes y vistosas según su rango sea más alto, tratando de parecer más grandes y fuertes que sus subordinados; en ciertas culturas como las orientales es señal de agresión mover rápidamente los brazos y es falta de respeto mirar directamente a los ojos a otra persona, especialmente si se trata de un superior.   
  • Comunicación acústica. En este caso, se emplean diferentes mecanismos para emitir sonidos o ultrasonidos que se transmiten a través del aire, el agua o incluso objetos sólidos y que son percibidos a través del oído. Este es el tipo de comunicación que a nosotros nos resulta más familiar, ya que el lenguaje hablado del ser humano es acústico.
Muchos animales producen sonidos para comunicarse; los más comunes son los sonidos orales (emitidos por la boca, el pico o las fosas nasales) como el gruñir del perro, el maullar del gato, el bramar del toro, el silbar de las aves, el croar de las ranas o el chillar de los murciélagos. Pero también hay sonidos no orales como, por ejemplo, el del grillo al frotar sus patas traseras, el de las cigarras cuando frotan sus alas, el de los simios cuando golpean los árboles con ramas sueltas o los golpes en el suelo que utilizan algunos insectos para comunicarse.


Los seres humanos usamos a diario la comunicación acústica, ya sea hablando o utilizando otros sonidos.
  • Otros tipos de comunicación animal: Aunque menos frecuentes, podemos encontrar otros tipos de comunicación, como las señales eléctricas empleadas por algunos peces para el cortejo o las ondas producidas en la superficie del agua por algunos insectos.
Como nosotros, un mismo grupo animal puede utilizar más de un tipo de comunicación. Las hormigas, por ejemplo, emplean fundamentalmente señales químicas, pero en determinadas ocasiones utilizan la comunicación acústica. El propio ser humano emplea continuamente señales acústicas y visuales de forma simultánea, al igual que muchas aves y otros mamíferos.

Fuente: Página personal de J.M. Hernández

jueves, 23 de febrero de 2012

La comunicación

¿Crees que podrías sobrevivir sin comunicarte con los demás?



Seguramente, no. Es imposible no comunicarse. Los seres humanos vivimos en sociedades y para que una sociedad funcione es necesario que exista comunicación entre sus miembros. El funcionamiento de las sociedades humanas es posible gracias a la comunicación.





Comunicar viene del latín communicare, que significa “compartir algo con otros, hacerlo común a los demás”; y eso que se comparte cuando nos comunicamos son mensajes, es decir, informaciones que nos resultan útiles para alcanzar nuestros objetivos.


En otras palabras, la comunicación consiste en el intercambio de mensajes entre distintas personas. Gracias a ella podemos ponernos de acuerdo con otros para conseguir algo, compartir sentimientos y emociones, expresar dudas y deseos, influir en el comportamiento de los demás, etc. Es un instrumento único para conocer a nuestros semejantes y relacionarnos con ellos.

Y hay muchas, muchas maneras de comunicarse.

El silbo gomero es un lenguaje silbado que se utiliza desde tiempo inmemorial en la isla de La Gomera para comunicarse a grandes distancias.

Desde un punto de vista técnico se entiende por comunicación el hecho de que un determinado mensaje originado en un punto A llegue a otro punto B, distinto del anterior en el espacio o en el tiempo.

Los seres humanos nos comunicamos continuamente e intercambiamos información a través de mensajes. A esta capacidad para comunicarnos mediante mensajes de distinto tipo debemos nuestro éxito evolutivo, pero la comunicación no es un fenómeno exclusivamente humano. Todos los seres vivos tenemos la capacidad de comunicarnos, lo cual nos ayuda a sobrevivir.
Los animales, al igual que nosotros, se comunican para encontrar comida, escapar de situaciones de peligro o para establecer relaciones entre ellos y mantener un orden dentro de su comunidad.




El sistema de la comunicación

En toda comunicación intervienen siempre los siguientes elementos:

La FUENTE o EMISOR: es quien construye y emite el mensaje, puede ser o no una persona. En la comunicación humana el emisor suele ser un individuo, un grupo de personas o una institución.

El MENSAJE: es lo que se quiere transmitir. El mensaje contiene la información que el emisor envía al receptor. Construimos nuestros mensajes utilizando palabras, gestos, colores, señales, sonidos, imágenes... 

El DESTINO o RECEPTOR: es quien recibe la información. El que recibe el mensaje y lo descifra.

El CANAL: es el medio por el que se transmite el mensaje, el elemento físico que pone en contacto a emisor y receptor y que permite que el mensaje llegue al destino. Hay canales naturales (como el aire por donde viajan las ondas sonoras) y canales artificiales (como un libro, un cable telefónico, la radio o la televisión).

El CÓDIGO: es un conjunto de signos que nos permiten construir el mensaje que contiene la información. Debe ser conocido tanto por el emisor como por el receptor. Hay muchos tipos de código, gracias a ellos el emisor puede generar mensajes comprensibles por el receptor.

El CONTEXTO o SITUACIÓN COMUNICATIVA: el momento y el lugar en que tiene lugar la comunicación. El contexto es importante para la comprensión del mensaje, de manera tal que el mismo mensaje puede cambiar su interpretación y significado según el momento o el lugar en que se transmita. Así, por ejemplo, un semáforo con la luz roja tiene sentido en un contexto de cruce de calles, pero no en medio de la selva amazónica.


En resumen:

La comunicación consiste en el intercambio de mensajes. Hay comunicación siempre que se transmite un mensaje, y para eso es necesario que haya al menos un emisor y un receptor que compartan un mismo código. Este código puede ser lingüístico, como el lenguaje humano, o no lingüístico, como el código de señales de los semáforos o los códigos que utilizan los animales.


El semáforo o sistema de transmisión y recepción de mensajes empleando banderas, es un antiguo método de comunicación visual a corta distancia muy simple que emplean las marinas de diferentes países para comunicarse.


Actividades de refuerzo y ampliación

La comunicación (Test)

Elementos de la comunicación (Contenidos y actividades )


martes, 24 de mayo de 2011

Las palabras invariables

En castellano las palabras se dividen en variables e invariables.

Palabras variables

Son aquellas palabras que cambian de forma. A este grupo pertenecen: el sustantivo, el artículo, el adjetivo, el pronombre y el verbo.


Las palabras variables se componen de:
  • Lexema o raíz: es el elemento más importante de la palabra, porque es el que contiene su significado principal. Es la parte que nunca cambia, todas las palabras pertenecientes a una misma familia tienen el mismo lexema.
am-      niñ-
  • Morfemas: se añaden al lexema para expresar género, número, persona, tiempo, etc. También utilizamos los morfemas para formar nuevas palabras. Los morfemas no tienen significado pleno por sí solos.
niñ-o      niñ-a      niñ-o-s      niñ-a-s
am-o     am-aba     am-arás

    En las palabras variables, los morfemas son los que hacen que la palabra cambie su forma.

Palabras invariables

Son aquellas palabras que no cambian de forma. Por eso no expresan ni género ni número. A este grupo pertenecen: el adverbio, la preposición, la conjunción y la interjección


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martes, 17 de mayo de 2011

Las leyendas

Una narración es un texto en el que alguien (un narrador) cuenta unos hechos reales o imaginarios que les suceden a unos personajes. 

Hay distintos tipos de narración. En literatura, las principales modalidades narrativas son: la leyenda, el mito, la fábula, el cuento y la novela. También existen narraciones en verso.

La narrativa es el género literario que engloba o abarca los distintos tipos de narración.

La narrativa no sólo está presente en la literatura; también en otros campos del arte, la comunicación y el entretenimiento se cuentan historias o se diseñan estructuras narrativas. Cuando lees un cómic, miras la televisión, ves una peli en el cine o juegas con un videojuego, te están contando una historia a través de un guión.

Ahora toca aprender algo más sobre una de estas modalidades narrativas: la leyenda.

Una leyenda es una narración literaria breve que trata un tema de la vida real -un personaje o un hecho histórico, un lugar especial, un objeto- al que se añaden elementos fantásticos o maravillosos.

Mientras que el cuento se desarrolla dentro de un tiempo y un lugar inventados o imaginarios (por ejemplo, el Castillo de irás y no volverás) , la leyenda se sitúa habitualmente en un lugar y un tiempo precisos y reales; al igual que el mito, intenta dar sentido a acontecimientos reales o explicar lo que resulta incomprensible para una determinada cultura y presenta a menudo criaturas cuya existencia no ha sido probada (las sirenas, por ejemplo).


La isla de San Borondón
Cuenta la leyenda que un monje del siglo VI de nombre Brandán o Borondón, viajero incansable e intrépido, partió acompañado por otros monjes en una modesta embarcación con la que se adentró en el Mar Tenebroso, hoy conocido como océano Atlántico. Iba en busca del Paraíso Terrenal.
Fue su primo, un ermitaño llamado Barinthus, quien le habló de la existencia de ese lugar maravilloso donde vivió Adán el primero y donde Dios permitía a sus santos vivir después de la muerte. En aquella tierra abundaban las flores y los árboles frutales y su suelo estaba cuajado de piedras preciosas. Tan impresionado quedó San Brandán con el relato, que al día siguiente propuso a San Maclovio y otros catorce de sus discípulos emprender viaje en busca de aquella Tierra Prometida. 

Durante siete años navegaron por el Atlántico y se enfrentaron todo tipo de adversidades, desde feroces tormentas hasta temibles y enormes monstruos marinos que pretendían devorarlos. Arribaron a muchas y muy extrañas islas, como la de San Albeus, donde vivían veinticuatro monjes que no pronunciaban palabra desde hacía ocho años. O la isla de las viñas, cuyas uvas eran del tamaño de manzanas y bastaba una de ellas para alimentar a un hombre durante todo un día. 
Vieron también durante la travesía una fabulosa columna de cristal que permanecía de pie en medio del océano. Encontraron demonios, pigmeos, gatos marinos y serpientes, dragones, buitres y ángeles. En una de las tres islas volcánicas que avistaron, descubrieron a Judas sentado en una roca arrepentido. Otra estaba habitada sólo por grandes ovejas blancas. Y aún divisaron otra que a la que llamaron Paraíso de los Pájaros, en la que los árboles no tenían hojas, sino menudas criaturas cubiertas de plumas que se colgaban de las ramas por el pico.
Pero ocurrió que un día, tras duras jornadas de viaje, divisaron a lo lejos la más extraña de ellas: una isla que parecía haber surgido milagrosamente del fondo del mar. Sin pensarlo dos veces desembarcaron para descansar y recoger víveres. Mucho les llamó la atención lo raro del terreno y su increíble vegetación, pero no le dieron mayor importancia. Cogieron para guisarla la carne que habían guardado en la nave y cortaron leña para el fuego.  

De repente, tras la comida, el suelo empezó a moverse y todos gritaron despavoridos, llenos de temor corrieron en todas direcciones, la isla entera temblaba y se iba alejando del barco. Calmó como pudo San Brandán a sus hombres, recogieron las provisiones y a duras penas embarcaron de nuevo. Ya a lo lejos, contemplaron el lugar donde habían estado, que, como una engañosa ballena, acabó por hundirse de nuevo en el océano ante el asombro y la maravilla de todos.

Este lugar, no es otro que la conocida como isla fantasma de San Borondón que, tiempo después, fue situada entre las Islas Canarias y considerada la octava isla del archipiélago.
Aún hoy es posible divisarla en el horizonte, pero cuando los navegantes pretenden acercarse a ella, la niebla la envuelve y desaparece sin dejar rastro.


(Fuentes: sobreleyendas.com, laisladescubierta.net y otras)

La leyenda es una expresión literaria muy antigua, que tiene su origen en la tradición oral y en la que hechos verdaderos coexisten con otros fabulosos. Las leyendas más antiguas que se conocen provienen de la India, pero se cree que todos los pueblos han desarrollado en algún momento de su historia este tipo de literatura.

Cuenta la leyenda que, con motivo del diluvio, Noé subió a su arca a todos los animales; pero a los gatos no los embarcó, pues no existían.
En el arca, como es lógico, había ratas y ratones que se pasaban la mayor parte del tiempo comiéndose la comida del bueno de Noé. Éste, bastante enfadado, pidió a Dios que le mandara algún remedio para resolver el problema. El Señor escuchó su plegaria y le indicó que debía acariciar tres veces la cabeza del león.
Tras hacer Noé lo que Dios le dijo, el fiero león estornudó y de las narices del felino salieron unos diminutos gatitos que enseguida comenzaron a cazar. Los ratones y las ratas, desesperados, se ocultaron en los agujeros, su lugar preferido para ponerse a salvo de los gatos.
-¡Menos mal, buen Dios!- exclamó satisfecho Noé.

(Leyenda Hebrea)

Las leyendas se transmiten habitualmente de padres a hijos, casi siempre de forma oral. Con el paso del tiempo, al transmitirse de generación en generación, cambian o presentan versiones diferentes en las que se suprimen, añaden o modifican partes del relato original.

Muchas de las leyendas más antiguas son relatos que pretenden explicar un fenómeno natural -como las tempestades, los lagos, los terremotos- contando una historia fantástica.


Gnowee
Gnowee, llegó a la Tierra cuando todo era oscuridad.
Trajo con ella a su hijo y a muchos otros familiares y amigos, y trajo también el fuego, que debía ayudarles a soportar el frío y las tinieblas.
Sin luz, la vida era muy difícil de sobrellevar. Muchos de los llegados con Gnowee, enfermaron y murieron pronto. Los que no estaban enfermos, encendían antorchas y salían en busca de alimentos que apenas les llegaban para subsistir.
Un día, mientras Gnowee estaba en los campos recogiendo frutos y raíces, su hijo salió de la gruta en que se refugiaban y se perdió en la noche inacabable.
Al saberlo Gnowee, loca de dolor, encendió una gran antorcha y recorrió toda la tierra conocida sin lograr encontrar a su pequeño.
Quería iluminarlo todo, quería ver cada rincón, quería ver detrás de los árboles, quería ver los recodos de los caminos y quería ver entre la maleza de los campos.
Tanto y tanto deseaba la luz, que en un supremo esfuerzo, se elevó por los aires y el fuego de su antorcha pudo al fin iluminar toda la Tierra.
Pero Gnowee no ha encontrado a su hijo. Por eso cada mañana, sube al cielo con su gran antorcha encendida en las manos y sigue buscando.
Sólo cuando la vence el sueño, desciende a la tierra para descansar y entonces vuelve otra vez la oscuridad.

(Leyenda australiana)

Otras leyendas se basan en sucesos y personajes históricos.


Lady Godiva
Godgifu o Godgyfu (principios del siglo XI), es el nombre anglosajón de Lady Godiva, cuyo significado es Regalo de Dios. Lady Godiva existió realmente y fue esposa de Leofric, conde de Chester y Mercia, señor de Coventry.
Durante el reinado de Eduardo el Confesor, Inglaterra estaba sumida en una crisis económica de grandes proporciones. El pueblo de Coventry era totalmente ignorado por Leofric, sus habitantes le habían pedido a su señor que intercediera ante el rey para evitar nuevas subidas de los impuestos, pero Leofric, por el contrario, decidió subirlos aún más. Era un hombre avaricioso e implacable. Su esposa, sin embargo, observaba con tristeza y preocupación el sufrimiento de sus súbditos.

Un día, después de una copiosa cena, Leofric, borracho, le hizo una propuesta a Godiva: “Si tú te paseas desnuda por todo el pueblo, yo bajaré los impuestos”. 
En el siglo XI, ninguna mujer aceptaría algo así: acabaría deshonrada, desterrada y repudiada, considerada prostituta o loca. Pero Lady Godiva, ante el asombro de Leofric, aceptó sin pensárselo.
Se hizo correr la voz de lo que iba a acontecer en el pueblo y los aldeanos acordaron que se encerrarían en sus casas, con las ventanas y puertas cerradas, para no ver a su señora humillada y desnuda y no perturbarla en lo que, para ella, iba a ser el momento más duro de su vida.
Y así lo hicieron. Leofric no tuvo más remedio que bajar los impuestos mejorando así la calidad de vida de Coventry. Gracias a la valentía de Lady Godiva la ciudad prosperó y salió de la miseria y Leofric se convirtió en un gran administrador respetado por todos.


(Leyenda anglosajona)

También hay leyendas que sólo son fruto de la imaginación popular.


¡Strigoi!
En Rumanía no todos los vampiros están muertos. Algunos respiran y solo se diferencian de las personas normales en que por las noches su alma abandona el cuerpo y vuela en forma de mariposa, polilla o pequeña luciérnaga. Bajo esta forma pueden absorber la energía de humanos y de animales domésticos y cometer todo tipo de maldades.
Ocurrió una vez en Siret, cerca de la frontera con Ucrania, que tres soldados viajaban en carreta junto a un anciano, buscando algún lugar en el que conseguir un poco de comida. Se había hecho ya de noche, por lo que pararon en una casa solitaria que se erguía al lado del camino en un claro del bosque.
La mujer de la casa los recibió con amabilidad. Invitó a los soldados y al anciano a pasar a la cocina y le sirvió a cada uno un cuenco de pudin de maíz, tras lo cual abandonó su compañía, diciendo que tenía otras labores de las que ocuparse.
Cuando terminaron de comer, los soldados quisieron buscar a la buena mujer para darle las gracias, pero esta no aparecía en ninguna de las habitaciones de la casa. Decidieron entonces subir al desván, a ver si se encontraba allí. Al entrar, la vieron tirada en el suelo junto a otras seis personas.
Ninguno de los cuerpos se movía lo más mínimo; estaban como paralizados, con la mirada fija en el techo y la boca abierta. Había mucho de antinatural en su inmovilidad, parecían cáscaras vacías, casi cadáveres.
―¡Strigoi! ― exclamó el anciano con horror.
Él y los soldados huyeron escaleras abajo, montaron en la carreta y se alejaron de la casa lo más deprisa que podían. Cuando, ya a una distancia prudencial, volvieron la vista atrás, vieron cómo siete pequeñas luces salían de detrás de la casa y se dirigían camino arriba hacia ellos.
Eran estas las almas de los vampiros. Si los soldados le hubieran dado la vuelta a los siete cuerpos del desván, nunca hubieran podido volver a entrar en ellos.
Según la tradición, las almas de los vampiros vivientes se reúnen con los vampiros muertos a las afueras de los pueblos, allí en donde no se oye el canto del cuco ni el ladrido del perro, y aprenden de ellos gran cantidad de conjuros y hechizos maléficos, y unos y otros se reparten las personas a las que planean hacer daño como si estas fuesen cabezas de ganado. Los campesinos rumanos no distinguen entre un tipo u otro de vampiro, y a ambos los denominan con la misma palabra.


Agnes Mugorci, "The Vampire In Roumania", Folklore, nº37, 1926.

Sucesos maravillosos que se quieren hacer pasar por verdaderos o sucesos históricos con ingredientes fantásticos de creación colectiva. En las leyendas se antepone la imaginación a la precisión histórica y están generalmente relacionadas con una persona, una comunidad, un momento, un lugar o un acontecimiento cuyo origen se pretende explicar.

A menudo los relatos se agrupan en ciclos sobre un único personaje, como sucede con los ciclos de leyendas en torno a Robin Hood, el Cid Campeador o Bernardo del Carpio.


Las leyendas pueden ser populares (de creación más o menos espontánea y anónima) o cultas (creadas o reelaboradas por un autor conocido*). Pueden también haber sido inicialmente cultas, tener éxito, conseguir después una gran popularidad y pasar finalmente a la tradición oral. 
*Durante el Romanticismo, por ejemplo, varios autores conocidos escribieron leyendas tanto en prosa como en verso; los más celebrados fueron Ángel de Saavedra, José Zorrilla, Gustavo Adolfo Bécquer y José Joaquín de Mora.

En cualquier caso, las leyendas constituyen la historia no escrita sobre los fenómenos naturales, lugares, personajes, objetos o acontecimientos que han sido importantes para una comunidad y que forman parte de su identidad y su cultura.

Actividades

Unas sencillas y reveladoras actividades te ayudarán a comprender más cosas sobre la literatura tradicional:

Mitos y leyendas

Para leer leyendas, y comentarlas luego en clase, hay infinidad de páginas web. Desde aquí puedes acceder a algunas de las mejores:

Mitos y leyendas
Leyendas de España (1)
Leyendas de España (2)
Sobre leyendas


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